La segunda forma de desperdicio de energía más fuerte y una de las que más impacta en el recibo de energía es la eficiencia con la que los equipos en operación utilizan la energía.
Una vez que un equipo está en operación, el reto es mantener ese equipo operando a su máxima eficiencia, o bajo parámetros técnicos y económicos adecuados.
Hemos encontrado una gran cantidad de equipo que son subutilizados en sus procesos lo que equivale a tener equipos utilizando 40% o 60% más energía de la necesaria para producir menos. Es decir que una máquina o equipo que tienen una capacidad X de producción produce menos cantidad de producto a un precio energético mucho más alto.
Existen otros factores como maquinarias, equipos o sistemas que operan fuera de especificación debido a que se miden o se administran bajo los parámetros inadecuados. Por ejemplo, un chiller que se opera con un flujo mayor al establecido, reduce su capacidad para enfriar el agua que pasa más rápido no permite que el agua se enfríe a la temperatura requerida y eso no permite que el agua haga su trabajo generando un sistema ineficiente e improductivo.
Otro caso que hemos encontrado es en los cuartos de curado en donde la operación de los cuartos es por flujo de aire y se estaban controlando por temperatura. El proceso era ineficiente debido a que los tiempos se alargaban lo que hacia un cuello de botella en el proceso. Una vez que se establecieron procedimiento y procesos con las variables adecuadas, el proceso de producción se corrigió y mejoro notablemente a la vez de utilizar menos energía.
Hemos encontrado también casos en donde se adquieren equipos usados, creyendo que estos equipos son mas baratos de operar y mantener, sin embargo, hay nuevas tecnologías que ayudan a producir mas con un menor uso de energía. Al evaluar, no solo por el precio de adquisición inicial los equipos, estos análisis nos permitirán tomar decisiones adecuada ya que la adquisición es solo una vez, y el mantener los equipos operando puede durar de varios años a varias décadas.
Es importante hacer un diagnóstico energético y evaluar nuevas tecnologías que sustituyan a las tecnologías actuales y en algunos casos ya obsoletas. El querer mantener equipos ineficientes en operación lo que se logra con eso es incrementar el costo de producción y poner en riesgo la viabilidad de los procesos productivos, ante una competencia cada vez mas agresiva y con inclusión de innovaciones en equipo, procesos y desarrollo.
Las empresas que están destacando en cualquier ambiente son las que manejan innovación, desarrollo y cuidado al medio ambiente. Esto último viene aparejado completamente con el uso de los recursos energéticos a los que las empresas tienen disponibilidad. Por ello es importante mantenerse con equipos de alta eficiencia, y sin desperdicio. La competencia es cada vez en un nivel más alto, por lo que la energía es un elemento para considerarse de manera muy seria y saber con exactitud cual es la realidad de ese uso en sus operaciones.
La eficiencia operativa es el precio de mantenerse en el mercado de hoy. Las empresas deben de mantener sus costos bajos y su capacidad de ingresos alta. Hasta recientemente, las empresas habían manejado una visión diferente entre el desempeño y el consumo de la energía. Esto ahora ha cambiado. Las empresas están tomando un nuevo enfoque hacia el desempeño y la operación de todo en conjunto. Las empresas que establecen una estrategia y un enfoque global y que incorporan estas prácticas de administración delgada pueden mejorar su desempeño operacional, financiero y del medio ambiente.
La tendencia para la reducción del desperdicio en todas sus formas (p.e. inventarios, scrap, tiempo perdido, etc.) ha bajado costos e incrementado las utilidades, mas ahora eso no es suficiente, dado la incertidumbre económica y de medio ambiente que genera el uso de la energía. Como resultado de ello, la evolución de las mejores prácticas de administración esbelta ahora incluye el monitoreo y la administración de la energía que consume toda la empresa. Las empresas que establecen una estrategia sobre estas prácticas tienen la capacidad para entregar mayor valor a sus inversionistas, a la vez que fijan valores que promueven mayor agilidad, mejoran la imagen de la marca, y crean fortaleza financiera.
Hoy por hoy, los activos fijos se miden usualmente en términos de su habilidad de alcanzar sus necesidades operativas. Muchas empresas dependen fuertemente de sus activos fijos tales como los sistemas de generación de calor, enfriamiento, aire acondicionado y ventilación, maquinaria de producción, y equipo de manejo de materiales para optimizar su éxito. Claramente, la habilidad de estos activos fijos de desempeñarse bien y de manera confiable con salida de alta calidad es crítico para el éxito de la empresa.
Sin embargo, esta visión de eficiencia de los activos fijos, una visión clásica de administración puede estar creando resultados no óptimos, ya que ignora el consumo de energía, que en términos de costo representa del 30% al 90% de los costos operativos y de mantenimiento de las empresas, excluyendo al personal. En contraste, la nueva meta operacional es la de administrar para el éxito operacional y la eficiencia energética.
El consumo de energía se ha incrementado en costo, y se ha convertido en un elemento integral del desempeño de los activos fijos. El consumo de energía de un activo fijo puede y cambia con el tiempo, basado en condiciones variables de operación y mantenimiento, impactando negativamente las utilidades si es ineficiente. Por ejemplo, un solo motor de 100 hp con operación continua y una eficiencia del 95%, costará a la empresa cerca de $350,000.00 USD en cinco años ($0.10USD/kwh). Si ese mismo motor consume solo 5% más energía debido a una operación debajo de lo óptimo (p.e. desperdicio de energía), costará $17,500.00 USD más en operación.